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Los
adultos mayores son más susceptibles de tener problemas asociados con los
líquidos y la concentración de electrolitos cuando se los compara con otros
grupos de población situación que los predispone con mayor frecuencia a un
desbalance del agua y sodio. Las personas mayores tienen un menor contenido
de agua corporal como resultado de su composición corporal y que se
caracteriza por una disminución de la masa magra (músculo) y un aumento de
grasa corporal. Aunque la hidratación de la masa magra no es influenciada
en sí por la edad, la tendencia a una pérdida de masa muscular con la edad se
asocia a un menor contenido de agua en el organismo, que aumenta la
susceptibilidad a la deshidratación, especialmente cuando se produce un
aumento de la temperatura corporal.
¿Es frecuente la deshidratación en
los adultos mayores?
La
deshidratación es un problema frecuente en los ancianos, ya que su capacidad
homeostática se encuentra disminuida y que no le permite regular
eficientemente los niveles de líquidos y electrolitos en el cuerpo. Además,
numerosos estudios muestran que los ancianos en general, no consumen
cantidades adecuadas y suficientes de líquidos que les permitiría mantener
una adecuada hidratación y una concentración ideal de electrolitos en el
plasma.
¿De dónde proviene el aporte de líquidos al organismo?
El aporte
de líquidos (agua) proviene de tres fuentes: el consumo de líquidos; el agua
de los alimentos y el agua generada en los procesos metabólicos. Las pérdidas
de agua pueden ser a través de la piel (sudoración aumentada en ambientes
cálidos y fiebre), respiración (enfermedades respiratorias y aumento de
esfuerzo físico), gastrointestinales (aumentadas en diarreas) y renales (orina).
¿Por qué el adulto mayor necesita
cuidar su hidratación?
Alrededor
de la quinta década de la vida, el peso de los riñones empieza
progresivamente a bajar, el número de glomérulos intactos disminuye y el
número de glomérulos escleróticos aumenta. Esto genera durante el
envejecimiento cambios en la función renal que se produce por reducción en la
filtración glomerular, una menor capacidad para concentrar orina, sodio y
para excretar grandes cantidades de agua. Es decir, un anciano, necesitará
mayor cantidad de agua para excretar igual cantidad de sodio y sustancias de
desecho que una persona joven.
¿Qué sucede con la sed en el adulto
mayor?
A mayor
edad también se produce una disminución de la sensación de sed. Los
mecanismos parecieran estar relacionados con una menor sensibilidad osmótica
(baroreceptores y reflejos cardiopulmonares) y alteraciones en diversos
neurotransmisores. Se ha encontrado también modificaciones en receptores
orofaríngeos que pueden hacer disminuir el gusto a la ingesta de líquidos.
Estudios que comparan personas jóvenes versus adultos mayores en situaciones
de privación de agua, muestran que al final del período, los ancianos
consumen una menor cantidad de agua que los jóvenes, lo que aumenta el riesgo
de mantener una osmolalidad elevada en el plasma. La disminución de la sed
también se observa en respuesta al estrés por calor y a la deshidratación
térmica, aumentando además el riesgo de sufrir una hipertermia.
¿Qué otros problemas favorecen la
deshidratación en el adulto mayor?
Los
problemas de deshidratación pueden aumentar por la existencia de
incapacidades físicas y cognitivas que limiten el acceso al consumo de agua.
La presencia de enfermedades acompañadas de fiebre y diarrea son factores que
contribuyen al desbalance. El uso de numerosos medicamentos les produce
efectos secundarios adversos que alteran la sensación de sed o bien promueven
la diuresis, favoreciendo así una deshidratación. Alteraciones como la
demencia y el delirio también alteran el consumo de líquidos.
¿Qué síntomas se asocian a la
deshidratación del adulto mayor?
La
deshidratación y la alteración electrolítica puede contribuir a la aparición
de síntomas clínicos no específicos que deben tenerse presente al momento de
examinar un anciano (confusión mental, dolor de cabeza e irritabilidad).
También la deshidratación se puede asociar con hipotensión arterial, aumento
de la temperatura corporal, por lo que en esos casos siempre debe revisarse
la ingesta de líquidos.
¿Cómo se podrían evitar los
problemas de deshidratación?
Una manera
de evitar la deshidratación, es tener siempre presente que los adultos
mayores tienen mayor riesgo de presentarla y aunque no sientan sed
ellos deben beber más líquidos o se les debe ofrecer en forma más frecuente
algún tipo de bebida. Los líquidos a ofrecer pueden ser diversos
tales como sopas, jugos, leche, agua y líquidos saborizados. Estos últimos
tienen una mayor aceptación. También es recomendable crear hábitos o rutinas
de ingesta de agua u otros líquidos, que aseguren su consumo, por ejemplo
beber agua todas las mañanas o beber agua antes de salir a pasear, para
aumentar su consumo. El aporte debe ser siempre mayor en climas cálidos o en
épocas de veranos. para contrarrestar las pérdidas por sudor y por
la respiración. Se debe procurar que los ancianos permanezcan en ambientes
frescos, con ropas claras, livianas y holgadas y en ambientes
adecuadamente temperados.
¿Qué líquidos deben evitarse?
Se debe
evitar el consumo de líquidos con efecto deshidratante por su efecto
diurético como té, café, bebidas cola (por su contenido en xantinas) y
alcohol.
¿Qué otros factores pueden
contribuir a la deshidratación?
La
incontinencia urinaria es un factor que se debe tener presente, ya que para
evitarla muchos ancianos consumen menos agua, favoreciendo así el desarrollo
de una deshidratación. También se deben revisar los medicamentos
recibidos y limitar el uso de los que son estrictamente
necesarios considerando que muchos de ellos favorecen la pérdida de líquidos.
¿Cómo se puede controlar la
deshidratación en el adulto mayor?
Una forma
sencilla de controlar la hidratación en ancianos ambulatorios es observar el
color de la orina (orienta acera del grado de concentración), muy oscura
significa que hay mayor concentración y debe ingerirse más líquidos o bien se
puede observar la frecuencia y la cantidad de orina. La presencia de
patologías y la institucionalización de los adultos mayores se ha visto que se
asocia a una prevalencia mayor de deshidratación. Por eso, en pacientes
hospitalizados el control de la ingesta de líquidos realmente
consumidos, la medición de deposiciones, de la cantidad de orina
y su densidad (balance hídrico), así como la diferencia de peso
del anciano en un período de tiempo, son algunas maneras de tener una
orientación acerca del balance hídrico que contribuya a prevenir la
deshidratación.
Fuente.... http://www.alimentosysalud.cl
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